Escudo Titulcia

La iglesia parroquial de Santa María Magdalena está situada en la manzana donde se concentran los edificios públicos más importantes de Titulcia, formando parte de la fachada este de la Plaza Mayor, en cuyo recinto encontramos también el Ayuntamiento y los centros cultural y de la tercera edad.

No poseemos datos acerca del origen de la iglesia, aunque parece ser que las obras se  iniciaron por la zona del ábside, cubierto con una bóveda estrellada que se puede echar en las primeras décadas del siglo XVI. Por los planos e finales del XIX, deducimos que el templo tenía una única nave con coro a los pies, algunas dependencias auxiliares y, adosado al muro del mediodía, el cementerio.

También se observan las trazas de un posible osario en el mismo lugar que actualmente ocupa la torre, ya que la Iglesia sólo contaba con una espadaña antes del comienzo de la guerra civil.

En cualquier caso, el edificio tuvo que ser totalmente reconstruido por la Dirección General de Regiones Devastadas, cuya propuesta es la que ha llegado finalmente a nuestros días.

El interior se compone de la nave antes citada y dividida en tres tramos, el altar mayor, de planta cuadrada y más alto que la nave, y una capilla ocupando el basamento de la torre, aparte de Bóveda nervada del ábside. la sacristía y otras dependencias construidas posteriormente.

La bóveda gótica -conservada en parte tras la guerra- forma una estrella de cuatro puntas con rombo central y descansa sobre ménsulas, sin llegar al suelo, solución ésta típica del período cisterciense.

En la nave, tres arcos en diafragma -más grueso el toral-, apoyados en pilastras, soportan la estructura de la cubierta, constituida por un alfarje a base de correas, parecillos y entarimado, sin policromar y con el único detalle ornamental de las zapatas talladas que sirven de refuerzo a las correas en los apoyos.

Los dos primeros tramos de los muros tienen sendos arcos de medio punto entre las pilastras y, en su coronación, una línea de cornisa con inscripciones latinas recorre el perímetro del templo.

La iglesia posee un coro a los pies, en alto, realizado en madera y sustentado por columnas y zapatas del mismo material, al que se accede mediante un escalera recta de un tramo (en el proyecto inicial era de caracol y las columnas de hormigón armado revestido de piedra artificial).

Desde el coro se pasa al piso primero de la torre, donde arranca la escalera de bóveda tabicada que nos conduce al cuerpo de campanas, mientras que en la base, con acceso desde la parte baja del coro, encontramos la capilla antes mencionada, que en el proyecto inicial se destinaba a baptisterio -comunicando Directamente con la sacristía- y en la actualidad guarda los pasos de Semana Santa.

Los muros originales del edificio eran de mampostería de piedra de yeso y, ante su mal estado, fue preciso derribarlos parcialmente o incluso en su totalidad, como sucedió con el de los pies de la iglesia. Para reconstruirlos, se levantaron dos hojas de ladrillo que enrasaban con la fábrica antigua, rellenando el espacio libre con hormigón en masa; posteriormente se guarnecieron y pintaron todos los paramentos. 

Cigüeñas en el campanario

La iluminación se efectúa mediante ventanas de medio  punto con vidrieras en cada uno de los tres tramos de la nave, y un ojo de buey en el coro (el proyecto inicial de Díaz Guerra preveía también este tipo de hueco en la nave). En la capilla mayor, sin embargo, encontramos ventanas de arcos ojivales, abocinadas y divididas por baquetones, siguiendo los modelos clásicos del gótico. Exteriormente la iglesia presenta una gran simplicidad de líneas.

El elemento más destacado es la torre, situada a los pies en el lado del Evangelio, y rematada con un chapitel. Aunque, en principio, no estaba prevista su construcción -hay propuestas de Díaz Guerra y Luis García de la Rasilla que pretendían instalar la campana en una espadaña sobre el frontón de la fachada principal-, los continuos requerimientos del vecindario tuvieron su fruto en un proyecto del mismo Díaz Guerra que, con algunas modificaciones, fue finalmente ejecutado.

La torre posee dos cuerpos claramente diferenciados y separados por una línea de imposta; el primero alberga en su parte superior el reloj, mientras que en el segundo se abren en sus cuatro frentes vanos de medio punto, protegidos por rejas de cerrajería, para cobijar las campanas. El chapitel de pizarra -elemento clásico en la arquitectura de Regiones Devastadas- tiene cuatro troneras y se corona con una aguja -en cuya base estaba previsto instalar la maquinaria del reloj-, rematada por bola, veleta y cruz de forja.

Dirección General de regiones devastadas, Titulcia.

Los muros de la torre son de ladrillo, chapado con piedra de Colmenar en la base y esquinas del primer cuerpo, y enfoscado y encalado en el resto de los paramentos, pese a que se preveía que en estas zonas el ladrillo fuese visto.

Las impostas y cornisas son también de piedra de Colmenar. La nave principal y el ábside, por su parte, presentan las mismas características: muros encalados con chapados de piedra en zócalos y esquinas de la fachada principal.

Ésta, situada a los pies de la iglesia, se remata por medio de un frontón, y posee una portada adintelada -no existente antes de la guerra- con entablamento soportado por dos ménsulas; sobre ella se disponen dos estípites en los extremos y una hornacina (en la que se aloja una escultura de Santa María Magdalena) flanqueada por pilastras y culminada por un frontón triangular.

En el lado de la Epístola encontramos otro elemento característico de las actuaciones de Regiones Devastadas en las iglesias: el porche, formado por cuatro columnas de orden toscano, sobre el que se disponen las carreras -cuyas cabezas están cuidadosamente talladas- y la armadura de madera que constituyen la estructura de la cubierta.

El alero, de amplio vuelo, se realiza con canecillos labrados y tablazón, cubriéndose el conjunto con tejadillo a tres aguas; tanto en las columnas de este pórtico como la portada de la fachada principal, antes descrita, se vuelve a emplear la piedra de Colmenar.

El ábside destaca por su potente volumetría y por los contrafuertes correspondientes al arco toral y a las esquinas (estos últimos dispuestos en diagonal). Su cubierta, a cuatro aguas, descansa sobre una armadura de madera, habiendo sido sustituida la teja cerámica original por otra de hormigón, como sucede también en el porche y en los dos faldones de la nave.

La iglesia, de acuerdo con las descripciones de Marín Pérez, tenía siete altares a finales del XIX: Mayor, Carmen, Virgen del Pópulo Romano, San José, San Pedro, Virgen del Rosario y del Santísimo Cristo. Cuatro de ellos eran de la primera mitad del siglo XVII y todos se perdieron en la guerra, conservándose únicamente la pintura que representa el «Tránsito de la Magdalena», obra de Jorge Manuel Theotocopuli -inicialmente atribuída a su padre, El Greco- y perteneciente al ático del retablo mayor.

El contrato para construir dicho retablo fue firmado por el hijo de El Greco y por Giraldo de Merlo, autor de las desaparecidas esculturas (entre las que destacaba la de la santa, que algunas fuentes atribuían a Pedro de Mena), la talla y el ensamblaje, el 3 de noviembre de 1.607, aunque, debido a litigios por el pago, las pinturas, acabadas ya en 1.609, no fueron entregadas hasta 1.621 (otras versiones apuntan a que ninguno de los dos artistas llegó a terminar su trabajo).

De su relevancia artística nos da idea el hecho de que el cardenal Portocarrero ofreció a cambio de ellas 5.000 pesos y obras de Lucas Jordán, pasando al parecer a manos de colecciones públicas o privadas antes de la guerra civil (en España sólo se conserva un «Noli me tangere» en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid). Nave y coro.

Como complemento a las obras de reconstrucción de la iglesia se pensó acometer, dentro del proyecto de urbanización del pueblo fechado en 1.948, el acondicionamiento de la denominada plaza de los Jardines de la Iglesia.

En este recinto, limitado por el propio templo, los campos de deportes del grupo escolar y la calle del Alamillo, se diseñó una cruz-monumento a los caídos acompañada de plátanos y setos de boj formando parterres de sencillo trazado geométrico, actuación que desgraciadamente no se llevó a cabo.

La reciente rehabilitación de la parroquia ha permitido corregir el hundimiento del presbiterio micropilotando todo su perímetro, a la vez que se resolvían los problemas de humedades y se sustituían los elementos dañados del chapitel y del resto de cubiertas.

 

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